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  • Valle de Aconcagua, Chile

Cañamo Patrimonial

Historia del Cáñamo en Chile

No es muy divulgado que Chile – y especialmente en el Valle de Aconcagua- tiene un pasado relacionado
con la planta Cannabis sativa, conocida popularmente como “cáñamo” por su faceta industrial y la fibra
que se extrae para producir textiles. 

Son solo las generaciones más adultas que relatan -casi como un mito urbano- que antiguamente nuestro país se cultivaban miles de hectáreas de cáñamo para hacer cuerdas, sacos, ropas, velas de barcos, alpargatas, entre otros productos de excelente calidad y bastante cotizados por el mundo entero. Sin embargo, esta es solo la punta del iceberg de lo que significó esta agro industria para Chile por más de 470 años y que hoy es un patrimonio en “peligro de extinción”.

La presencia del Cannabis s. o Cáñamo en nuestro país inicia en el siglo XVI, cuando en 1545 la corona
española ordena a las colonias del “Nuevo Mundo” que produzcan cáñamo y lino, ya que de ellos se
podían producir diversos artículos de primera necesidad para España y los colonos en América.


Posteriormente, habiéndose independizado Chile y comenzado la república, encontramos nuevamente la
promoción gubernamental para producir cáñamo, periodos en que incluso Bernardo O’Higgins y otros
gobernantes, incentivaron económicamente la producción y exportación de artículos cañameros,
promovieron la difusión de los conocimientos para sacarle mayor provecho a los recursos botánicos, la
utilización de estos productos nacionales en diversas empresas y la creación de nuevas tecnologías que
hicieran más eficiente la producción de la fibra. 

Tales incentivos potenciaron importantes momentos del
auge de la industria cañamera, en los que Chile se convirtió en uno de los primeros productores a nivel
mundial y le dio gran poderío a algunas familias e industrias que, entre sus diversos cultivos, tenían una
parte importante de tierras plantadas con cáñamo. Este es el caso de la Hacienda Quilpué (San Felipe,
Chile), latifundio que en sus años de opulencia generó los recursos suficientes como para emular el Palacio de Versalles e importar gran parte de sus inmuebles desde Europa hasta el Valle
de Aconcagua, zona descrita como una de las más productoras de cáñamo en Chile durante los siglos XIX
y XX por las condiciones ambientales ideales para el crecimiento de esta planta, las amplias extensiones
de tierra cultivadas con ella y las numerosas industrias que existían para elaborar textiles de gran calidad.


Con todo ese tiempo de experiencia y los diversos instructivos desarrollados para producir cáñamo
nacional de buena calidad, también se fueron perfeccionando los trabajos necesarios para cada momento
del proceso productivo, desde el cultivo hasta la hilandería de la fibra. Existían puestos laborales tanto
para hombre como para mujeres, quienes podían realizar diferentes actividades de acuerdo a las
necesidades de la agro industria y el momento del ciclo anual. Estos conocimientos eran transmitidos
entre los(as) trabajadores(as) principalmente por vía oral, en muchas ocasiones por parte de un familiar o
algún conocido cercano con experiencia en la faena cañamera, lo cual no era difícil de encontrar
considerando que fueron construidas poblaciones especialmente para los trabajadores de la(s) industria(s)
de cáñamo – como la población S.I.L.A. en Los Andes y Duncan&Fox en San Felipe – y que cualquier
agricultor podía producir cáñamo y venderlo a las industrias de manera independiente, por lo que
encontramos numerosas familias con relación directa y/o indirecta con la agro industria. Con esto
podemos observar la importancia que tenía la producción de cáñamo, no solo en la economía local y
familiar, sino que también era parte de la sociedad aconcagüina y su cultura.


Lamentablemente, el último gran quiebre que tuvo esta agro industria fue influenciado principalmente por
factores externos. Por una parte, la introducción de la fibra sintética – plástico o derivados del petroleo –
la que llegó a liderar el mercado por la innovación que significaba para la época y el bajo costo de su
producción, a pesar de su baja calidad y el impacto ecológico negativo que genera al medio ambiente. A

esta competencia económica se le suman las presiones de otras industrias como la algodonera, celulosa y
farmacéutica, pero sin duda la presión más poderosa fue la llamada “Guerra contra las Drogas”
desencadenada por Estados Unidos en el siglo XX y la globalización efectiva de ésta política por medio de
la adhesión de varios países a la Convención Única de Estupefacientes, lo que incentivó el desarrollo de
estigmas sociales para señalar negativamente a quienes utilizaban Cannabis s. como los “marihuaneros”,
“hippies”, “enfermos” y/o “delincuentes”, haciendo que la planta antes conocida como cáñamo para
los(as) chilenos(as) pasara a ser devaluada y estigmatizada, lo que además de limitar su producción en
Chile, cambió radicalmente la forma en que las personas veían a esta planta. 

De ser una fuente laboral y
materia prima de múltiples artículos de uso cotidiano, pasó a ser una “planta ilegal” que supuestamente le
hacía daño a las personas y fomentaba la delincuencia, lo que silenció las voces de los(as) trabajadores(as)
del cáñamo y usuarios(as) de la planta, volviendo al patrimonio cañamero un “secreto a voces” entre
quienes la conocieron. Sin embargo, ¿no sería beneficioso volver a tener esta agro industria en el Valle de
Aconcagua?